Thursday, June 01, 2006

Scoop

[¡¡¡¡Exclusiva!!!!, patrocinada por Smirnoff:

KK, o sea, CC, o sea, Carmen Calvo, ingresada para una intervención ginecológica de urgencia –no me extraña, guapa– el mismo día en que La más grande estira la pata. Qué operación más oportuna, ¿no, querida?]

Ayer, cenando con unos amigos, me acordé de una entrevista que tuve que hacerle a esa réplica cordobesa de un teletubbie llamada Carmen Calvo. Hablábamos del coeficiente intelectual de la ministra, equiparable al de una chirla –no hay misoginia en mi apostilla: me refiero al molusco–, cuando la vi ante mí, hace tantos años. Prometía –prometer es una de sus especialidades; localizar a un cámara, aunque esté en medio del desierto, otra– una sarta de disparates con esa vocecita que Dios, en su infinita maldad, le ha dado, cuando, en medio de su demagógico discurso, sonrió y dijo levantando las manos:

–¿Has visto que pequeñas?

Me quedé de estuco. “¿Y esta señora es consejera de Cultura (con C de Carmen, con C de Calvo, con C de Caspa, mayúscula)?”, me pregunté. Pues sí. Lo era. Y unos años después, resulta que también es ministra de Cultura con una C muuuucho más grande. Y, como a Dios, en su infinitísima maldad, le gustan tanto las paradojas, a lo grande le sigue lo pequeño, lo minúsculo. Pues eso: su coeficiente intelectual.

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