Wednesday, June 07, 2006

Lombrices

El topo europeo es el equivalente de Jeffrey Dahmer en el reino animal. Son capaces de almacenar vivas a sus víctimas en casa, para devorarlas en lo más crudo del crudo invierno. De un mordisco, decapitan limpiamente a las lombrices, las dejan comatosas, se las llevan a su fresquera, excavada en las paredes de casa, y allí las guardan, tras hacerles un nudo. Un biólogo encontró una vez más de 1.800 lombrices vivas en la madriguera de un topo; pesaban algo más de dos kilos.

Me temo que, mal que me pese, soy mucho más parecido al topo europeo que a Jeffrey Dahmer. En mi caso, he sustituido a las lombrices por recuerdos, pero el resultado es el mismo: casi dos kilos de lombrices (casi) muertas. Y lo que es peor: por mucho que trates de construirte una personalidad (y una memoria ad hoc), al final lo que realmente pesa son los primeros recuerdos.

Afortunadamente, no estoy hablando del útero materno. Uno –esto de uno me recuerda a Andres Trapiello– está preparado para un montón de cosas, pero para eso… Para eso uno no está preparado nunca.

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