Edipo
Tenía cinco años cuando le vi el culo a mi madre. Fue un trauma (con T de Telva), que sospecho me ha marcado hasta toda la vida. Si fuese uno de esos insufribles y relamidos sodomitas del grupo de Oxbridge, diría que fue “como si una mano descorriese el velo del tabernáculo y contemplase de pronto un insufrible vacío”. Afortunadamente, la sodomía me ha llevado por otros derroteros: Oliver Messel me parece simpático, pero jamás viviría en una casa diseñada por él (entre otras cosas, porque no soy la princesa Margarita; ni Madrid, Mustique).
En fin, el caso es que estábamos en los vestuarios del Club de Campo , parloteando a través de la puerta, mientras ella se cambiaba para bajar a la piscina. Yo me agaché, no recuerdo por qué, y allí estaban sus nalgas, blancas (por no decir lechosas), periformes, infames, pecaminosas… La desnudez era un tabú para mí. El Tabú. No había visto un cuerpo desnudo en mi vida. Y me pareció repugnante.
Años después, cuando me enfrenté a la aún más traumática experiencia del sexo, lo primero que me vino a la cabeza fue aquel culo y el lunar que coronaba, impúdicamente, la nalga derecha (lunar que, curiosamente, he heredado yo). Fue una sensación muy similar, la de estar marcado, como Caín o Liz Taylor, con un estigma invisible pero indeleble, como las marcas de agua. O de fuego.
Y como la memoria es tan, pero tan hija de puta, en cuento he escrito esto me ha venido a la cabeza una cita acerca del sexo: “Lo uno parece una herida abierta; lo otro, un trozo de carne desollada”.
Estuve sin poder mirarla a la cara durante 15 días. Y lo que es peor: dejé de estar enamorado de ella desde ese momento. Algo se había corrompido. Yo.
En fin, el caso es que estábamos en los vestuarios del Club de Campo , parloteando a través de la puerta, mientras ella se cambiaba para bajar a la piscina. Yo me agaché, no recuerdo por qué, y allí estaban sus nalgas, blancas (por no decir lechosas), periformes, infames, pecaminosas… La desnudez era un tabú para mí. El Tabú. No había visto un cuerpo desnudo en mi vida. Y me pareció repugnante.
Años después, cuando me enfrenté a la aún más traumática experiencia del sexo, lo primero que me vino a la cabeza fue aquel culo y el lunar que coronaba, impúdicamente, la nalga derecha (lunar que, curiosamente, he heredado yo). Fue una sensación muy similar, la de estar marcado, como Caín o Liz Taylor, con un estigma invisible pero indeleble, como las marcas de agua. O de fuego.
Y como la memoria es tan, pero tan hija de puta, en cuento he escrito esto me ha venido a la cabeza una cita acerca del sexo: “Lo uno parece una herida abierta; lo otro, un trozo de carne desollada”.
Estuve sin poder mirarla a la cara durante 15 días. Y lo que es peor: dejé de estar enamorado de ella desde ese momento. Algo se había corrompido. Yo.
5 Comments:
¿Tu mamá es Jennifer Lopez?
Pues lo siento muchísimo por ambos. Pero mi madre es clavadita, pero clavadita a… ¡Helen Mirren!
Mira nada más: eres hijo de Calígula!!!
Siempre me ha gustado Helen Mirren. Mis respetos para tu madre.
La madre,su desnudez,la ruptura materno-infantil,la Mirren,Edipo,la Callas...Dios mìo,el universo freudiano para conocer las claves de la homosexualidad melodramàatica.Aunque la Mirren mejor en aquella loca pelìcula de Greenaway y Tacòn Amargo,quièn es?.Una Mangano urbanita,con mochila azul,marca D&G?
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