Wednesday, July 05, 2006

Cena

Esta noche ceno con mi ex marido, una persona maravillosa a quien hice la vida imposible –me temo que, en muchas ocasiones, de manera literal– conscientemente. Supongo que la tiíta Tennessee me lo reprocharía con una brutal halitosis matutina, mientras ordenaba una botella de bourbon al servicio de habitaciones: “Hay que desayunar a conciencia, ¿sabes?” Lo sé.

También hay que cenar a conciencia. En general, todo, absolutamente todo, incluidos al parecer los actos de crueldad gratuita, hay que hacerlo a conciencia. No me arrepiento. Sí me arrepiento. Es mi sino: al final, siempre me arrepiento. No importa. O sí.

En fin, el caso es que esta mañana, mientras me vestía –la ceremonia de la toilette es muy importante, ya que marca el tono emocional del resto del día–, he tenido como una especie de dejabugo. Cuando todo se derrumba*, al final del día hay una cena encantadora que te levanta el ánimo (y a veces, con un poco de suerte, algo más). Recurrí a una cena SOS con mi amigo R. cuando rompí con mi ex marido, recurrí a una cena con mi amiga M. cuando decidí romper con todo (trabajo, casa & ciudad), recurrí a una cena con mi ex marido cuando abandoné un grupo editorial no menos nauseabundo que el que tengo la desgracia de soportar ahora… En fin, que siempre que tengo un problema recurro a la comida.

No me importa admitir que la cena de esta noche supone un parche Sor Virgina para mi maltrecho ego. En realidad, la cena de esta noche no es más que otra inyección de un placebo que conozco muy bien, un placebo al que soy adicto. Pero no importa. Al fin y al cabo, tal y como decía mi amiga M. (otra M. más en mi vida), si los medicamentos son nuestros amigos, los narcóticos deben ser nuestros amantes.

* [Cualquier persona que me conozca sabe que, aunque aborrezco las frases hechas en una conversación, las adoro por escrito: considero que no hay nada más gratificante que escribir un texto plagado de frases hechas como ricos cabujones sin que el resultado sea del todo abominable. Supongo que debe ser un placer similar, una perversión inocua, al que experimenta Liz Taylor cuando compra bisutería.]

2 Comments:

Blogger Manuel said...

Liz Taylor podrá encontrar placer en muchas cosas, incluso en las comida y en casarse con toda una crew de construcción, pero en comprar bisutería jamás.

8:45 AM  
Blogger Madame X. said...

Qué gusto verle de nuevo...

2:18 AM  

Post a Comment

<< Home