Trabajo (II)
Trabajo, trabajo y más trabajo. Voy a entregar la cucharita. Eso sí. ¿Cuándo fui tan feliz? Pues la verdad… Mmmmmmm… Déjame pensar… Mmmmmm… ¿Cuándo tenía tres años? No. Cuando conocí a mi ex marido. Los primeros 15 días fueron los más maravillosos de mi vida. Me enamoré como una perra. “¡Tú que vas a estar enamorado!”, me decían mis amigos (porque yo siempre he sido un integrista de la frivolidad y el amor no entraba, bajo ningún concepto, en mis planes). Pues sí. Me enamoré. Y se me puso cara de idiota. Mi ex marido es hoy mi mejor amigo. Y le sigo queriendo muchísimo. Qué maravilla. Qué civilizado todo. Parezco Pepe Carleton (la versión bizarra —más— de Quentin Crisp, trasplantado a Tánger), pero es que es verdad. Así da gusto.
En fin… A trabajar… ¿Seré luterano?
En fin… A trabajar… ¿Seré luterano?
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