Monday, October 31, 2005

Sibila

Como anillo al dedo…

…o cockring al piticlín. El caso es que la notizia del día me viene pintiparada, o sea, de lo más ad hoc. El viernes, de manera profética, me acordé de la Puta nº 3, de nombre Leonor, de la que me cuentan que ha tenido la desfachatez de plagiar para su traje de novia el diseño de Givenchy para Audrey Hepburn en Sabrina (el modelo blanco con cola y dos caniches gigantes como complemento, a juego con los guantes), con una pequeña diferencia: Audrey era modelo slim y la Puta nº 3, más bien XXL (aún la recuerdo, entre escalofríos, con unos nauseabundos pantalones pirata, bailarinas doradas y un top color champagne; sus lorzas dibujadas con cruel hiperrealismo bajo el canalé como los tajos de un ídolo azteca en los sillares de una fábrica de Freixenet; Cristo bendito, qué imagen de pesadilla). Pues bien, ahora resulta que vamos a tener Leonor hasta en la sopa.

–Dios Santo, va a ponerse más ancha…

¿Más? Cuando se case, dentro de dos fines de semana en la Ciudad Funeraria, la Puta nº 3 va a parecer una butifarra. Grasa por fuera, grasa por dentro (seborreica mental). Y encima con ese pelo…

A este paso, voy a tener que cambiarme el nombre y llamarme Casandra.

Friday, October 28, 2005

Dejabugo

Esta es una página de recuerdos. Pues bien, recuerdo que en su día trabajé con putas (la Puta nº 1, la Puta nº 2 y la Puta nº 3, colaboradora habitual de un suplemento dominical, con un grave problema de: a) paranoia, b) seborrea, c) capilar: con la electricidad estática que había en su pelo se podría iluminar desde el Fukuyama hasta Tokio) en una revista femenina sencillamente execrable.

Hoy, dos años después, vuelvo a trabajar en una revista femenina execrable. Pero no trabajo con putas. Trabajo con sus hijos.

Tuesday, October 25, 2005

Enfermo

Cuando el sueño te vence… cierra los ojos y duerme.

La verdad es que estoy un poco enfermo. Es una pena, pero no tengo más remedio que admitir que lo estoy. Hubo un tiempo en la enfermedad y toda la estética de la lady at the sofa me volvía loco, pero esa época pasó. Ahora la única estética que me interesa es la cirugía estética. El resto, sencillamente no me intersa.

Cuando era niño, adoraba la estética de lo artificial. Estaba en lo cierto. Hoy sigo siendo muy fan de lo artificial.

¿Cuándo nació esta afición mía por la mentira, por lo falso, por la máxima “Cuanto más falso, mejor”? Supongo que en cuanto abrí los ojos. El médico me golpeó en las nalgas –a raíz de mi curriculum amoroso en los últimos meses, sospecho que me gustó–, abrí los ojos y lloré.

Hoy, con esto de que estoy acatarrado, abro los ojos y también se me saltan las lágrimas. Un poco de ficción, por favor. Un poco de ficción.

Friday, October 21, 2005

Trabajo (II)

Trabajo, trabajo y más trabajo. Voy a entregar la cucharita. Eso sí. ¿Cuándo fui tan feliz? Pues la verdad… Mmmmmmm… Déjame pensar… Mmmmmm… ¿Cuándo tenía tres años? No. Cuando conocí a mi ex marido. Los primeros 15 días fueron los más maravillosos de mi vida. Me enamoré como una perra. “¡Tú que vas a estar enamorado!”, me decían mis amigos (porque yo siempre he sido un integrista de la frivolidad y el amor no entraba, bajo ningún concepto, en mis planes). Pues sí. Me enamoré. Y se me puso cara de idiota. Mi ex marido es hoy mi mejor amigo. Y le sigo queriendo muchísimo. Qué maravilla. Qué civilizado todo. Parezco Pepe Carleton (la versión bizarra —más— de Quentin Crisp, trasplantado a Tánger), pero es que es verdad. Así da gusto.

En fin… A trabajar… ¿Seré luterano?

Tuesday, October 11, 2005

Trabajo

No he podido escribir nada durante la última semana. He trabajado como una perra y bebido como una borracha. Una perra borracha. La verdad es que no recuerdo haber trabajado tanto desde hace años. Recuerdo, por ejemplo, una época especialmente delicada de mi vida, en la que trabajaba a destajo. Trabajaba con mi ex marido –un trabajo delirante, en el que me pasaba las horas muertas ante el ordenador; no hay nada más estresante que no hacer nada durante horas, días, semanas…–, trabajaba con R. –otro trabajo delirante: unos guiones locos escritos en las condiciones más extremas; nuestro método de trabajo era también tremendamente delirante… pero en latín: nos sentábamos mano a mano, abríamos una botella de vino y, varias botellas más tarde, habíamos parido varios personajes con un catálogo de traumas que ríete tú de De repente, el último verano–, trabajaba en una novela –otro disparate–, trabajaba en sobrevivir –disparate máximo– y, sobre todo, trabajaba en no perder la cabeza. La perdí. Me dio un jamacuco. “El mundo es cada vez más feo feo feo feo feo feo feo feo…”

Bueno, hoy no pienso que el mundo es cada vez más feo. No es más ni menos feo de lo que ya era hace un par de años –o sea, un árido panorama de horcas y hogueras–, eso sí, vuelvo a trabajar como hace un par de años. Como una bestia. Como una perra. O sea. Otra vez perra y otra vez borracha. Perra borracha, again.